CENTRO DE ESTUDIANTES

Daniel Hern�ndez
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DANIEL HERN�NDEZ MORILLO

      (1856-1932)

 

Naci� en Huancavelica en Agosto de 1856, viene a Lima a los 4 a�os de edad. En 1878 su primer maestro es Leonardo Barbieri, cuyas clases toma a su cargo cuando el viejo maestro vuelve a su patria natal: Italia. Pensionado por el gobierno de Jos� Pardo, viaja a Paris desde donde, por recomendaciones de Ignacio Merino a quien visita, pasa a Italia. Transcurren diez a�os; diez a�os entre talleres y museos; diez a�os de intenso estudio y de privaciones, puede viajar a Italia, Francia y Espa�a. Se establece en Paris. All� conoce a Fortuny, Padilla, a Villegas y a otros artistas espa�oles cuyas influencias logra asimilar. Obtuvo la segunda medalla en el Sal�n de Paris de 1899, la medalla de oro en la Exposici�n Universal de 1900 y la Legi�n de Honor, que evidencian la aceptaci�n de la que goz� en Europa en los �ltimos a�os del siglo XIX.

 

En 1912 llega hasta Montevideo y Buenos Aires, siempre pintando retratos y exhibiendo. De regreso a Paris, pasa all� la Guerra del 14.En 1918 el gobierno de Pardo, ante los requerimientos de Castillo y otros, resuelve fundar la Escuela Nacional de Bellas Artes y llama a Daniel Hern�ndez para que la dirija. Este deja Paris y toma la direcci�n de la Escuela en la que permanece trece a�os, hasta su muerte en 1932.

 

Daniel Hern�ndez dej� variada obra, entre los que se encuentran acuarelas marinas, paisajes, bodegones y numerosos bocetos. Hizo muchos retratos, como el de Pierola en 1889 en Paris. Pint� a Pardo, a Legu�a y a otros ilustres hombres, as� como a San Mart�n, a Bol�var y a Pizarro, el del caballo brioso de Palacio de Gobierno.

 

Menci�n aparte est�n sus “perezosas”  composiciones de damas reposando en divanes, en ambientes llenos de sensualidad y riqueza; con ellas gan� las medallas de 1899 y de 1900.

 

Hern�ndez pintaba varias horas al d�a y trabaj� siempre. Pint� casi hasta la �ltima hora de su vida, el 23 de Octubre de 1932. En su lecho de moribundo se dice que sus �ltimas palabras fueron: “Yo se que me toca morir; no me quejo de mi vida, pues la consagr� al arte y ella me dio todo lo que ped�. Pero lo �nico que lamento, es que para concluir, lo haga con una enfermedad desprovista de “estilo”.

 

Escuela Nacional de Bellas Artes: Alma Mater de la Cultura Peruana